Crónica Rosa Rosae
Somos cotillas desde tiempos inmemoriales.
Autores tan aparentemente serios como Aristóteles, Séneca o Cicerón no tuvieron ningún remilgo a la hora de propalar rumores. Y es que sus contemporáneos tampoco eran precisamente discretos. Adulterios, sobornos, engaños, maledicencias, escándalos públicos y vicios privados…
Todo eso y mucho más se puede encontrar en Crónica Rosa Rosae, el nuevo libro de Paco Álvarez, publicado por Larousse.
Paco Álvarez es un “romanólogo” (como a él le gusta definirse) que colabora con diversas cadenas de TV y radio y escribe para las revistas más importantes dedicadas a la divulgación histórica. Con una sabia combinación de erudición y tono desenfadado este libro puede ser considerado toda una revista del corazón de la Antigüedad, donde queda patente que hace 2000 años ya había influencers y que los chismes nos acompañan desde la época de Cleopatra (como mínimo).
Leer esta “crónica rosa” tan particular asegura unas cuantas carcajadas y muchos momentos de asombro. Paco Álvarez adereza su relato con todo tipo de digresiones, que igual conectan a Julio César con Groucho Marx, a Marco Tulio Cicerón con Paco Martínez Soria o a los estoicos con los hippies. Un desparrame de anécdotas que se suceden sin respiro para mostrarnos una Roma que escasamente insinúan las marmóreas esculturas que se muestran en los museos.
Basta con leer los títulos de algunos de los epígrafes para advertir que este es un libro de Historia que a nadie se le hará pesado: “Las chicas de Lemnos son guerreras”, “Los pájaros de Twitter y la fecha en que desapareció Pompeya”, “¿Era Claudio tan tonto?”, “Dibujar penes trae buena suerte” o “César, cómo ganar una batalla a base de rumores”.
Con la diversión asegurada, el nuevo libro de Paco Álvarez puede convertirse en una buena manera de adentrarse en los autores clásicos (tan chismosos ellos) y será el contrapunto ideal a aquellos textos de Julio César o Cicerón que servían de base para los estudiantes de latín. Este “Sálvame” de la Antigüedad nos permite descubrir cuánto les iba la marcha a nuestros antepasados romanos.